Martes, 4 de agosto, 2020

Los cinco minutos del Espíritu Santo

Martes, 4 de agosto, 2020

A veces nos sentimos poca cosa, no nos valoramos a nosotros mismos, y queremos hacernos grandes sólo con nuestras fuerzas. Pero lo importante es buscar la luz del Espíritu Santo para descubrir qué quiere hacer él en nuestras vidas, y luego cooperar con nuestra oración y nuestra entrega para que él pueda hacernos crecer.

Para darnos cuenta de eso, es importante contemplar la vida del santo que hoy celebramos. El Cura de Ars es un reflejo de Jesús como buen pastor de su pueblo. Él sentía admiración por los sacerdotes que ejercían con heroísmo su ministerio en una época de persecución, y quiso ser cura.

Después de muchos problemas, logró ingresar al seminario a los veinte años, y a pesar de sus dificultades intelectuales finalmente recibió la ordenación. Poco valorado, lo designaron párroco de una pequeña (doscientos cincuenta habitantes) y pobre población. Era el pueblo de Ars, donde vivió hasta su muerte. Se entregó por entero a renovar la vida de ese pueblo. De noche estudiaba y se preparaba.

De día visitaba hogares y ayudaba a los pobres. Poco a poco el pueblo fue tomando consciencia de que estaba albergando a un gran santo, y los corazones se fueron ablandando. Su predicación simple, clara, pero ardiente y profunda al mismo tiempo, atraía a personas de toda Europa que acudían a Ars para escucharlo y consultarlo.

Se calcula que lo buscaban unas trescientas personas por día, por lo cual dedicaba unas dieciséis horas diarias a confesar. Tenía un don de consejo muy particular, y estaba dotado de notables carismas que le permitían descubrir los males de los corazones para dirigirles la exhortación más adecuada. Con su palabra y su ejemplo reformó en poco tiempo las costumbres de su pueblo.

Pero recordemos que el santo cura de Ars tuvo problemas cuando se estaba formando, porque le costaba mucho dar buenos exámenes, y los demás lo hacían sentir poca cosa. Sin embargo, fue un gran sacerdote, y grandes personajes de la época iban a su parroquia a escuchar su sabiduría. Esto sucedió porque él se dejó llevar y transformar por el Espíritu Santo, que siempre hace maravillas.
                     ✨🕊️✨

6 comentarios:

  1. Ven Espíritu Santo y transformarme según vuestra voluntad, la del Padre y del hijo! Amén 🙏

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  2. La santidad también está en la sencillez y en el esfuerzo del ser humano.

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  3. AMÉN🕊🔥♥️🙏
    VEN! ESPÍRITU SANTO VEN! TRANSFORMAME A TU IMAGEN,SIEMPRE HACIÉNDO EL BIEN, APARTA TODO MAL Y PELIGRO DE MI VIDA Y LA DE MI FAMILIA. TE RUEGO QUE SIEMPRE ESTES CONMIGO ILUMINANDOME Y JAMÁS ME ABANDONES.. GRACIAS ESPÍRITU SANTO DE MI VIDA 🕊🔥♥️🙏🥰♥️🙏🙏🥰🥰

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  4. Ven Espíritu Santo renueva mí Espíritu transforma mí corazón y dame la sabiduría para entender como el padre de ARS y ser de fiel testigo de tu presencia.Ven Espíritu Santo!!

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  5. miércoles, 5 de agosto de 2020
    05 de Agosto



    Cuando intentamos perdonarnos y aceptarnos a nosotros mismos, es bueno tratar de expresarlo con signos. Esos signos deben manifestar el amor y el cariño hacia nosotros mismos, y al mismo tiempo nos ayudan a experimentar de distintas maneras el amor del Espíritu Santo.

    Una forma de expresarlo es evitando todo maltrato, como los insultos a uno mismo, el descuido excesivo de la propia apariencia, las agresiones al propio cuerpo con exceso de comida, alcohol, dormir en exceso, etc. Porque eso no es ser una persona espiritual.

    Hay otra manera más positiva de ayudarnos: brindándonos pequeños placeres sin sentir culpa, porque dice la Biblia que Dios creó todas las cosas "para que las disfrutemos" (1 Timoteo 6,17). Por ejemplo, puede ser el intento de comer lentamente, disfrutando más la comida. Puede ser regalarse un paseo agradable, sin pensar en lo que hay que hacer después.

    Puede ser una salida con los amigos vivida como un regalo del amor de Dios y agradecida en la oración. También podemos expresarlo con masajes, mejorando la habitación donde vivimos, deteniéndonos a contemplar algo que hemos hecho bien, etc.

    No es suficiente que nos perdonemos a nosotros mismos en la oración si luego no hacemos un camino para querernos a nosotros mismos en la vida cotidiana.

    Porque el Espíritu Santo, que es amor invisible, quiere hacernos experimentar su amor también en nuestro cuerpo; pero para eso necesita de los demás y también nos necesita a nosotros.

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